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LA CRISIS MEXICANA:  ¿DERRUMBE DEL MODELO NEOLIBERAL LATINOAMERICANO, O DE UNA VERSION DEL MISMO?
Jaime Puyana Ferreira
1. Introducción
2. El Proceso de Globalización: Algunos Comentarios Generales.

3. La Internacionalización de las Finanzas en el Actual Proceso de Globalización
4. El Nuevo Papel de la Inversión Especulativa a Nivel Mundial.
5. El Modelo Neoliberal y Su Variante Mexicana (parte A)
5. El Modelo Neoliberal y Su Variante Mexicana (parte B)
5. El Modelo Neoliberal y Su Variante Mexicana (parte C)
5. El Modelo Neoliberal y Su Variante Mexicana (parte D)
6. La Crisis Mexicana: Neoliberalismo Extremo en Acción.
7. ¿Es Posible Una Alternativa al Neoliberalismo? Hacia Una Propuesta Alternativa.
NOTAS (1)
 

5. El Modelo Neoliberal y Su Variante Mexicana (parte B).

 

Como puede verse en la Tabla #3, de 1988 a 1993 -esto es, durante el período de Salinas de Gortari-, la reducción de la inflación fue bastante exitosa, más aún si se tiene en cuenta que esta había alcanzado niveles cercanos al 160% en 1987. Este descenso inflacionario, por otra parte, fue acompañado por una reanudación del crecimiento del PIB, aunque a tasas relativamente bajas, que se fueron incrementando levemente, para descender a niveles prácticamente nulos en los últimos años de su sexenio.

Es este el récord que los Neoliberales muestran como un gran triunfo, tras el lamentable desempeño del período 1982-1988, es decir, la fase inicial del Neoliberalismo.Sin embargo, si examinamos más en detalle el desempeño de ambas variables desde 1970, junto con los respectivos movimientos del tipo de cambio, comienzan a saltar a la vista hechos que minimizan o anulan dichos logros.

Por una parte, la evidencia empírica no necesariamente corrobora la incompatibilidad del crecimiento con la inflación, al menos a tasas moderadas. Puede verse que la tasa de inflación promedio entre 1970 y 1972 fue de 5.17%, muy similar a la predominante durante los 50 y 60, es decir, durante el período CEPALIANO de substitución de importaciones. Dicha tasa de inflación fue acompañada por un incremento anual promedio del PIB del 6.83%, algo que parece inalcanzable hoy en día. Así, altas tasas de crecimiento iban mano a mano con moderadas tasas de inflación.

Posteriormente, entre 1973 y 1981, la inflación se elevó sostenidamente, debido en mucho a los excesos populistas de los gobiernos de dicho período, alcanzando un promedio anual del 21.9%. La tasa de crecimiento, por su parte, se mantuvo para dicho período en un promedio anual del 6.93%, (aunque esto se debió en gran parte al auge petrolero 1977-1981, que compensó el marcado descenso de la tasa de crecimiento entre 1973 y 1977, que acompañó a la inflación en ascenso del mismo período).

Es solamente con la implantación del Neoliberalismo, bajo la administración de De la Madrid (1982-1988), que se comienzan a observar tasas negativas de crecimiento acompañadas de tasas de inflación sin precedentes en la historia de México. Esta es la situación que Salinas intentó corregir, a partir de 1988, utilizando el tipo de cambio sobrevaluado como instrumento antiinflacionario.

 

Tabla #3
INFLACIÓN Y CRECIMIENTO ECONÓMICO EN MÉXICO: 1970-1993

                AÑO

PRECIOS (Cambio %)

        PIB (Cambio %)

                1970

               4.8%

              6.92%

                1971

               5.2

              4.17

                1972

               5.5

              8.49

                1973

             21.3

              8.41 

                1974 

             20.7

              6.11

                1975

             11.2

              5.61  

                1976

             27.2  

              4.24

                1977

             20.7

              3.44

                1978

             16.2

              8.25

                1979

             20.0

              9.15

                1980

             29.8

              8.32

                1981

             28.7

              8.88

                1982

             98.9

            - 0.63

                1983

             80.8

            - 4.18

                1984  

             59.2

              3.51

                1985

             63.7

              2.54

                1986

           105.7

            - 3.64

                1987

           159.2

              1.83

                1988

             51.7

              1.29

                1989

             19.7                     

              3.30

                1990

             29.9

              4.51

                1991

             18.8

              3.64

                1992

             11.9

              2.64

                1993

               8.0

              0.40

Fuente: Banco de México, Indicadores Económicos e INEGI, Sistema de Cuentas Nacionales

 

Con respecto al tipo de cambio, este se mantuvo fijo durante el período 1954-1976 (US$1 = $12.50), un caso bastante insólito entre las grandes economías Latinoamericanas. Sin embargo, nótese que dicha estabilidad corresponde al período cuando coinciden altas tasas de crecimiento con bajas tasas de inflación, durante el período sustitutivo de importaciones (por lo demás, aún continuaba vigente el sistema de tipos de cambio fijo a nivel mundial establecido en Bretton Woods en 1945).

Es solamente cuando la inflación comienza a incrementarse desde 1973, que México afronta su primera devaluación masiva en 1976: US$1 = $22.50. Prosiguen luego otras dos devaluaciones del mismo tipo, una en 1982 (US$1 = $57.18), y otra en 1987 (US$1 = $1.416.89), aunque entre 1982 y 1987 hubo una política de deslizamiento consciente del tipo de cambio, y fue el inesperado colapso de los precios del petróleo en 1987 lo que forzó esta tercera devaluación masiva. A partir de entonces, el tipo de cambio continuó deslizándose, aunque a un ritmo inferior al diferencial de ritmos de inflación entre los E.U.A. y México. Según algunos estudios, estuvo subvaluado entre 1982 y 1990, contribuyendo así a los saldos comerciales favorables de dicho período. A partir de 1991 comenzó lentamente a sobrevaluarse con respecto al dólar, y ya para 1993 dicha sobrevaluación era de 19.29% (24). En Diciembre de dicho año, el tipo de cambio era de US$ = $3.106.0.

Fue entonces cuando el gobierno de Salinas procedió a implantar una reforma monetaria, eliminando tres ceros y estableciendo el nuevo peso. Así, el tipo de cambio quedaba fijado en US$1 = N$3.10, aunque se establecía una "banda de flotación" alrededor del mismo. Fue la iniciación de la política cambiaria antiinflacionaria arriba planteada.

Sin embargo, un análisis de toda la experiencia histórica debería bastar para tomar al menos en consideración que:

a) Proponerse la lucha antiinflacionaria como el principal objetivo de la política económica gubernamental, supeditando los demás objetivos a la misma, puede resultar contraproducente y obtener resultados opuestos al buscado.

Como pudo verse en las experiencias arriba descritas, México tuvo un prolongado período de elevado crecimiento -que inclusive fue bautizado como el "milagro Mexicano"- durante los 50 y 60, acompañado por una inflación moderada pero persistente, sin que se incurriese en crisis cambiarias como las actuales. Ciertamente, la industrialización sustitutiva de importaciones puede ser criticada desde muchos ángulos, propósito que rebasa los objetivos de este escrito. Pero no desde el de producir estancamiento con hiperinflación, elevados niveles de desempleo, concentración del ingreso y la riqueza, etc., como es el caso del actual modelo Neoliberal.

Es a partir de las experiencias populistas, cuando comienzan a incrementarse apreciablemente los ritmos de inflación, aunque no necesariamente, creemos, por las razones tradicionalmente aducidas por la escuela Monetarista del pensamiento económico.

Acompañando lo anterior, se manifiesta un descenso en el ritmo de crecimiento, básicamente como consecuencia del agotamiento de dicho tipo de industrialización sustitutiva (25), y no únicamente por la inflación en sí, tal como lo pretenden los Neoliberales. Es también cuando surgen las primeras experiencias devaluatorias traumáticas.

Posteriormente, los intentos de abatir la inflación a través de "planes de choque" ortodoxos recesivos de corte Monetarista, aunque parcialmente exitosos en algunos casos -no en el de México, al menos entre 1992-1988- solamente contribuyeron a un desplome y retrogresión de los ritmos de crecimiento. (26) De hecho, si bien es cierto que los excesos populistas contribuyeron a exacerbar tendencias inflacionarias ya latentes debido al agotamiento de la sustitución de importaciones, la implantación del Neoliberalismo a través del Monetarismo simplemente empeoró la situación, por cuanto resultó en algo no visto antes: tasas negativas de crecimiento.

Por lo demás, las experiencias de Brasil y Argentina, con sus planes de choque "heterodoxos" que incluyeron tipos de cambio fijos, deberían haber advertido sobre la imprudencia de emplear los mismos como principales instrumentos Antiinflacionarios. (27)
Ahora bien, como ya lo destacamos antes, los tecnócratas Neoliberales que gestaron esta política cambiaria antiinflacionaria sostienen que la entrada de importaciones ahora relativamente baratas forzaría a las industrias oligopólicas nacionales, sobreprotegidas antes de la apertura, a competir con los productos importados, presionando hacia la baja sus márgenes de ganancia y reduciendo así sus precios. Por otra parte, los insumos y el equipo de capital importados se abaratarían, y esto facilitaría la reconversión industrial, al obligar a los productores nacionales a modernizar su planta productiva a fin de competir con las importaciones y eventualmente exportar.

Lo ocurrido en la práctica, sin embargo, fue algo completamente diferente. La utilización del tipo de cambio como un precio político, subsidiando importaciones para satisfacer en gran parte el consumismo de sectores de medianos y altos ingresos dentro del contexto del TLC, a fin de obtener dividendos electorales para el partido de estado (PRI), llevó al ingreso acelerado de toda una avalancha de importaciones para grave detrimento de la planta productiva nacional, que no se encontraba preparada para afrontar dicha competencia de una manera tan repentina y sin la existencia de una política industrial de apoyo por parte del gobierno, tal como sí ocurrió en el Sudeste Asiático.

El anterior proceso llevó a un acentuado incremento en los coeficientes de importación (relación entre importaciones y producción nacional), tal como lo muestra la Tabla #4, elaborada por Huerta en su obra antes citada en la nota (11):

 

Tabla #4
MÉXICO: COEFICIENTES DE IMPORTACIÓN (%): 1987, 1992

SECTOR

      1987

      1992

Total de la Economía

         9.9%

       14.8

Industria Manufacturera

       41.5

       60.5

Alimentos, bebidas y tabaco

         6.6

       19.9

Textil, vestido y cuero

         5.5

       28.6

Derivados de petróleo, productos químicos, caucho y plástico

       55.6

       50.5

Siderurgia y minería metalúrgica

       53.0

       60.2

Productos metálicos, maquinaria y  equipo

     128.6

     155.1

Fuente: Basado en datos del INEGI y del Banco de México

 

En las palabras de Arturo Huerta, "La distorsión de precios relativos que originaron la política cambiaria, y la apertura externa, cambió los patrones de consumo en favor de los productos importados, y actuó en detrimento de la producción nacional, y el sector externo. Los productores industriales y agrícolas no han podido hacer frente a los bajos precios de los productos importados, y en consecuencia se han descapitalizado los sectores, ramas y empresas menos productivos y con menor capacidad de respuesta en esta situación."

"Estas políticas van acompañadas por elevadas tasas de interés activas, que encarecen el costo del capital y dificultan más el crecimiento de la inversión. El gobierno combate la inflación a partir de mermar la inversión productiva y de atentar sobre los requerimientos de productividad para hacer frente la competencia"(28)

En otro interesante estudio (29), efectuado por Macario Schetino, colaborador de El Financiero, se clasifican las industrias del país en globales (producción local e importaciones en expansión), competitivas (producción en aumento e importaciones en descenso), desplazadas (producción en disminución e importaciones en aumento), y en contracción (producción e importaciones en descenso). Es notoria la gran cantidad de industrias que caen dentro de las dos últimas categorías, haciendo palpable un proceso de "desindustrialización", que hace dudoso en extremo que México pueda convertirse en un futuro "tigre exportador"; más aún si sigue aplicando políticas cambiarias Neoliberales de carácter exógeno. Por lo pronto, todo parece indicar que las intenciones del actual gobierno son las de continuar con las mismas políticas, sacrificando a la planta productiva interna en aras a cumplir con sus compromisos financieros internacionales ("equilibrio macroeconómico").

 

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